S0BRE LA INTEGRIDAD PERSONAL

Hay, al menos, dos modos de integridad personal; siendo uno de ellos, la integridad física y, la integridad moral, el otro. Es importante el momento histórico evangélico, cuando Cristo libró de ser apedreada a la mujer adúltera, pese a que las Sagradas Escrituras dijeran que deberían hacerlo.
“El que esté libre de pecado que lance la primera piedra”; así contestó el Señor a la multitud que le seguía. Nadie lanzó la primera piedra y Jesucristo la perdonó diciendo:”Mujer ¿nadie te ha condenado? Y, cuando contestó negativamente diciendo: Nadie, Señor. Pues yo tampoco te condeno, dijo Jesús. Vete y no peques más. La multitud se fue disolviendo, según nos muestra el relato evangélico.
En el mundo actual, se considera que una persona es íntegra, si obra sin doblez y con plena corrección; algo muy distinto a lo que denominamos integrismo actualmente. Para las personas normales, una persona integrista es un ser retrógrado, anticuado, carcomido por el óxido social, que actúa con criterios pasados de tiempo y de moda. Pero, a la persona a la que llamamos íntegra, es aquella que definiríamos como entera y fiel a los propios criterios. De esta clase de personas solemos decir que es, cada una de ellas, un ser sin tacha y plenamente correcto. Hay que considerar que, estas personas, son de por sí, coherentes y con criterio, no alocadas y sí serenamente rectas, porque obran de acuerdo con su modo de pensar y se manifiestan en coherencia y en coincidencia consigo mismas.
Baste decir que obran con una conciencia recta y sin hipocresía ni doblez. Son íntegras, porque son coherentes consigo mismas. Si aplicáramos lo que estamos diciendo a la doblez, de la que hacen gala políticos y parlamentarios que, inmersos en la vorágine de aprovechamientos económicos múltiples e inmorales, manifestando por fuera lo que no es más que un fingimiento engañoso y falaz, están tan lejos de obrar correcta y rectamente que parece que no son más que unas caretas ambulantes que esconden un rostro como si su vida fuera una realidad mendaz y ficticia. Y, pese a todo, siguen en política, de la que no se van más que cuando no hay otro remedio y acaban o no, entrando en la cárcel.
¿No esperamos más de este tipo de políticos si no es que sigan encaramados sin recibir un merecido escarmiento ahora que están montados en el escarnio huyendo del escarmiento? Habría que portar un cartel con el lema:”¡ Escarmiento ya ¡”. A usted ¿qué le parece?

26 abril de 2010

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