¿ES NECESARIA LA INMIGRACIÓN?

Está claro y es evidente que la inmigración es algo tan palpable que parece una necesidad de los países, porque se ha dado y se sigue dando en prácticamente todos los países y no exclusivamente en los europeos, en Europa, en América, en África en Asia, etc. Tanto, que parece una auténtica necesidad.
Estoy de acuerdo con el Doctor Pérez Royo (El País, pag.14 artículo titulado “Condición de supervivencia” del actual 23 de Enero, en el que afirma que “la necesidad de inmigración es independiente de los ciclos económicos, pero se ve afectada por éstos” Y afirma después que “la emigración no es un problema, pero la inmigración sí plantea problemas”
. Por lo cual, hay que tener en cuenta que tratar con ligereza el problema de la emigración como si fuera un mero capricho de los emigrantes, cuando observamos que muchísimas personas de uno y otro sexo se han visto obligadas a emigrar y a marcharse de su propio país para buscar un trabajo y un salario empujados por la necesidad y, que con mucha pena y amargura, abandonan la propia patria en busca de un modo mejor (e incluso único) de supervivencia.
Por lo tanto, parece que hay que tener cuidado al juzgar a unos seres humanos gravemente necesitados, como un mero objeto electoralista o como si fueran a otros países por mero capricho o por espíritu exclusivamente aventurero. ¿Seremos capaces de vera a estos seres humanos a unos seres como nosotros, pero empujados por la necesidad?
Pienso que se es muy injusto cuando se considera a los emigrantes como unos meros aventureros, que hubieran abandonado su país por capricho y no por una, con frecuencia, angustiosa necesidad.
¿No vamos a ser capaces de ver y mirar a los emigrantes con humanidad? ¿No son seres, con frecuencia, dignos de admiración y de respeto como debe hacerse con cualquier ser humano seriamente necesitado? ¿Es justo que los tratemos con ligereza y con desprecio? ¿Nos juzgaremos con ligereza a nosotros mismos?
Eso pienso y creo firmemente:”No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados”

28 de enero de 2010

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