Supongo que a todo el mundo le sucederá como a mí. Y es que, cuando se tiene la seguridad de que alguien ha sido condenado injustamente, aunque se trate de un difunto, siente como una especie de escozor interno y de turbación moral mientras que no se repare jurídicamente la injusticia.
La reclamación pública de la familia del poeta Miguel Hernández exigiendo que se reconozca legal, pública y jurídicamente su inocencia por haber sido condenado por el franquismo injustamente es explicable y razonable. Su familia y cualquier persona de bien, exigirá que se reconozca la inocencia del poeta que no fue condenado a muerte, pero murió por tuberculosis en la cárcel.
Parece que Franco no quiso que lo fusilaran y dejó que muriera en una cárcel para que no tuviera la popularidad de García Lorca. No es de extrañar que su familia se sienta ofendida por haber sido condenado el poeta por el franquismo por "chivato traidor".
En estos momentos, dicha sentencia, aunque parezca mentira, sigue siendo jurídicamente firme y, no es extraño que su familia quiera que se revoque jurídicamente la pena de muerte que, injustamente, sigue vigente.
Seguramente que, las personas que lean ahora las poesías de Miguel Hernández sientan aún la caricia de sus poesías y que reclamen juntamente con sus familiares la revocación de la condena que aún sigue vigente. Si no se hiciera, la injusticia seguiría vigente. Para Miguel Hernández y para sus familiares ¡justicia y paz! Así lo deseo y, seguramente lo desea España entera. ¿No les parece?
09 noviembre de 2009
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