La apariencia en política, como en otras realidades sociales, es lo que se ve, es decir, lo que parece ser, porque así se percibe externamente. Puede manipularse la realidad y hacer que parezca realidad lo que no es más que pura ficción, de lo que resulta una mera apariencia, un engaño. Es evidente que, una persona política y seriamente comprometida con la Sociedad Política, rechace radicalmente la ficción, el engaño y las falsas apariencias y adopte una actitud de serio, firme y veraz compromiso político.
Para lograrlo, se necesita tomar en serio la política y huir de la ficción y del engaño como de la peste. Claro que, decirlo, parece fácil, pero, el cumplimiento de un compromiso político serio y firme, al margen de las apariencias, en la realidad práctica, parece ser tan difícil como ineludible. Con lo cual, estoy afirmando que es menester llevar a cabo una política externa que coincida con la auténtica realidad vital de quien la realiza. Y, digo esto, porque parece que, en los partidos políticos, con harta frecuencia, se está fingiendo hacia fuera, aquello que no se está viviendo internamente en la realidad de la vida pública
. Es decir, hay que llamar a las cosas por su nombre y actuar noble y rectamente para que las apariencias no contradigan la realidad. Las “mentirijillas” o “pequeñas” mentiras son la puerta de entrada de las grandes mentiras que, además, fácilmente crean hábito y abren la puerta a las disculpas. Minimizar la mentira, es una forma de romper la seriedad de la vida pública y de abrir las puertas de entrada a ningunear el engaño. Una vez admitida la posibilidad de la mentira en Política, el camino ha sido abierto a mentiras de mayor envergadura social.
No me extraña que, Miguel Angel Aguilar escriba, sobre este asunto, un artículo titulado: ‘Corruptio optimi pessima’ (El País, martes,3 de noviembre, pag 17), que habla de que la peor corrupción es la de quien sea el más bueno. Jugando con el contraste entre “el mejor y la peor). Y, por el mismo camino va el artículo de El País del jueves, 5 de noviembre de Joaquín Leguina titulado: “Mangoneo y corrupción” que termina con la frase:”…al pesimismo de la razón, siempre cabe oponer el optimismo de la voluntad”
Si las personas viviésemos una profunda autenticidad política y tomáramos en serio la realidad de la vivencia de pertenecer a este o a aquel partido político, sin duda, otro gallo nos cantaría en la convivencia social.
Porque, aunque no lo parezca, la POLÍTICA, con mayúsculas, es una cosa, desde el punto de vista social, extremadamente seria. Y así debe tomarse. Pese a nuestros fallos Eso creo. ¿Y usted?
09 de noviembre 2009
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