El País señala que, “Los grupos parlamentarios critican los delirios y mentiras del PP y rechazan sus peticiones”. No extraña que Soraya Sáenz de Santamaría eludiera a referirse a la denuncia de “escuchas ilegales” llevada a cabo por la número 2 del PP Dolores de Cospedal, sustituyéndola por “una genérica “persecución ordenada por el Gobierno y ejecutada por la policía y los fiscales”. Que presentó sin aportar prueba alguna. No es de extrañar que el socialista José Antonio Alonso declarase en el Congreso que:”Son un conjunto de inventos, insidias y mentiras con el fin de buscar un territorio de impunidad para los miembros del PP”.
Y aquí está el asunto y la acusación más grave a la actuación del PP, es decir: la búsqueda de un territorio de impunidad para la multitud de militantes del PP con problemas con la justicia. Que, siendo acusados, resulte que sus delitos no sean sancionados por la justicia ni aplicada la pena correspondiente. Y, esto, también vale para Camps, por muy multitudinariamente popular que sea y para cuantos hayan delinquido. “Nullum crimen sine poena”, es decir, “ningún crimen sin castigo”. Sorprende que haya tantos militantes del PP que, aparentemente, han delinquido. Esta multitud tiene que ser juzgada y sancionada, a favor o en contra, por la Justicia y por sus Tribunales. Lo que no se puede decir que, “como el pueblo los quiere mucho, sean declarados inocentes, “sin juicio”, sin tribunales. ... Es un disparate digno del más neto Rajoy. ¿Que la popularidad sustituya a la justicia? ¿No suena a tomadura de pelo?
Pues bien, creo que el Parlamento no esta está hecho para que un Partido, como el Popular invente la realidad a base de poner imaginación en los hechos, en los supuestos, en las acusaciones. Recuerdo cuando, René Descartes, decía que en la reflexión sobre la realidad, no debería de colarse la imaginación “la más engañosa de todas las facultades humanas”. Porque se mete en la reflexión, no la realidad de lo que sabemos, sino la “irrealidad” de lo que nos imaginamos. El engaño es seguro. Piensen que yo ahora trate de imaginarme que dos y dos no son cuatro, sino que piense como si fueran ochenta. El error estaría servido.
Pero, al margen de esto, el Parlamento no está para esto, sino para servir a España y a todos los españoles de ambos sexos. Para hacer que, en España, limpiamente se busque que funcionen bien las instituciones, una de las cuales es la de Justicia. Es decir, el poder judicial.
No se entiende que el señor Rajoy no lo entienda. Es lo mismo que si dijera que a alguien no se le juzgue porque es amigo suyo o porque ganó tales elecciones. Pues, la justicia se fue al garete y los jueces resultaría que en hipótesis, serían inútiles.
¿A dónde va el señor Rajoy por estos vericuetos? ¿En donde tiene el sentido común este ilustre caballero? ¿En el alto plumero o en las nubes? Usted medirá. Y espero que no me lo diga Rajoy, a quien es difícil creer. Eso creo ¿Y usted? ¿También.
11 de octubre 2009
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