Es de sobra conocido que una de las funciones más importantes de La Escuela (con mayúscula), entiéndase “la institución escolar”, es sin duda la socialización de niños y adolescentes de ambos sexos. A esta necesidad respondían también los textos de Filosofía de BUP en unos capítulos dedicados a La Sociedad que se parecen mucho a la actual “Educación para la Ciudadanía” y que a nadie, ni por asomo, se le ocurrió repudiar. Porque, como sabemos, socializarse es abrirse e integrarse en la Sociedad, en un ámbito más amplio que el de la propia familia. Cuando tuve que hablar sobre este tema, cumpliendo la tarea de enseñar, me gustaba decir que, el niño y el adolescente de uno y otro sexo, han de integrarse “críticamente” en la sociedad.
¿Por qué? Porque son personas y, su apertura a la Sociedad, debe realizarse como tales personas y no como los dientes de las ruedas de un engranaje; es decir, no como cosas, sino con reflexión y consciencia. No asumiendo, sin más, “todo” lo que en cada momento exista en la sociedad, como si fuera inamovible. Integrarse críticamente en la Sociedad, supone una predisposición a analizar lo que hay en ella y a aceptar lo que se considere que está bien y a rechazar o refutar en lo posible lo que se vea que no es del todo correcto. La crítica ha de entenderse como una necesidad de la propia sociedad y la posibilidad de mejorarla. La socialización exige a los seres inteligentes una disposición de todas las personas y grupos de intentar cambiar para el bien la situación social de todas las personas, y de las estructuras y grupos sociales que, a su juicio, lo requieran
Esto no es una novedad: Ya Giner de los Ríos lo llevó a cabo de una forma admirable en España, con la Institución libre de Enseñanza y el Instituto Escuela, no sin las zancadillas de las tendencias retrógradas y antidemocráticas, que hicieron todo lo posible para impedirlo. Porque, en una sociedad democrática, la democracia llega hasta la Escuela, ayudando a todas las personas de la misma a insertarse democráticamente en la Sociedad desde la más tierna infancia. Por eso, entre alumnos y profesores de ambos sexos se establecía un diálogo para discutir civilizadamente participando y conociendo las opiniones y juicios de las otras personas. La Escuela puede ser, pues, el medio óptimo de socialización y de educación democrática, de respeto mutuo, ayudando a saber ponerse en el lugar de la otra persona, a saber desprenderse de la propia cerrazón mental, a tener espíritu critico para el análisis de la propia Sociedad. Esta es la base de la CULTURA y del PROGRESO SOCIALES. Una de las cosas más nefasta para la educación es, creo, el dogmatismo del tipo que sea, porque tara y obstruye en la base la capacidad de reflexión independiente. Entiendo que, un dogmatismo, es la introducción de la irracionalidad en la reflexión, es aceptar algo “porque sí”, sin más razones, exclusivamente por que lo dice quien lo dice, sin más. En la Sociedad, lo que se diga o lo que se haga exige un fundamento racional, un porqué y un paraqué. Y esto, es válido para la actividad política y social, si se busca una democracia, es decir, una sociedad razonable. Son las razones las que justifican la política, no los gritos ni los dogmas. No queremos una política de la sinrazón. ¿Usted también lo cree? . En tal caso :”Me alegro”, no así, al revés. ¡Gracias!.
¿Por qué? Porque son personas y, su apertura a la Sociedad, debe realizarse como tales personas y no como los dientes de las ruedas de un engranaje; es decir, no como cosas, sino con reflexión y consciencia. No asumiendo, sin más, “todo” lo que en cada momento exista en la sociedad, como si fuera inamovible. Integrarse críticamente en la Sociedad, supone una predisposición a analizar lo que hay en ella y a aceptar lo que se considere que está bien y a rechazar o refutar en lo posible lo que se vea que no es del todo correcto. La crítica ha de entenderse como una necesidad de la propia sociedad y la posibilidad de mejorarla. La socialización exige a los seres inteligentes una disposición de todas las personas y grupos de intentar cambiar para el bien la situación social de todas las personas, y de las estructuras y grupos sociales que, a su juicio, lo requieran
Esto no es una novedad: Ya Giner de los Ríos lo llevó a cabo de una forma admirable en España, con la Institución libre de Enseñanza y el Instituto Escuela, no sin las zancadillas de las tendencias retrógradas y antidemocráticas, que hicieron todo lo posible para impedirlo. Porque, en una sociedad democrática, la democracia llega hasta la Escuela, ayudando a todas las personas de la misma a insertarse democráticamente en la Sociedad desde la más tierna infancia. Por eso, entre alumnos y profesores de ambos sexos se establecía un diálogo para discutir civilizadamente participando y conociendo las opiniones y juicios de las otras personas. La Escuela puede ser, pues, el medio óptimo de socialización y de educación democrática, de respeto mutuo, ayudando a saber ponerse en el lugar de la otra persona, a saber desprenderse de la propia cerrazón mental, a tener espíritu critico para el análisis de la propia Sociedad. Esta es la base de la CULTURA y del PROGRESO SOCIALES. Una de las cosas más nefasta para la educación es, creo, el dogmatismo del tipo que sea, porque tara y obstruye en la base la capacidad de reflexión independiente. Entiendo que, un dogmatismo, es la introducción de la irracionalidad en la reflexión, es aceptar algo “porque sí”, sin más razones, exclusivamente por que lo dice quien lo dice, sin más. En la Sociedad, lo que se diga o lo que se haga exige un fundamento racional, un porqué y un paraqué. Y esto, es válido para la actividad política y social, si se busca una democracia, es decir, una sociedad razonable. Son las razones las que justifican la política, no los gritos ni los dogmas. No queremos una política de la sinrazón. ¿Usted también lo cree? . En tal caso :”Me alegro”, no así, al revés. ¡Gracias!.
. 8 de Septiembre de 2008 .
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