SOBRE LA EMERGENCIA DE LA VIEJA IGLESIA

Me ha impresionado vivamente un dibujo irónico de “EL ROTO” en El País del jueves 26 de junio del 2008, pág. 30. En dicho dibujo se ve parte de la torre de una Iglesia asomando sobre las aguas de algo semejante a un pantano o a un lago o cosa similar. El texto del dibujo dice así: “CUANDO BAJARON LAS AGUAS DE LA DEMOCRACIA, LA VIEJA IGLESIA EMERGIÓ DE NUEVO”. Es un texto y un dibujo escalofriante, pero que dan que pensar, porque parece querer decir que la Iglesia sólo puede estar a flote si la Democracia está en decadencia. Es un chiste como un mazazo, que pone en el candelero el problema de la libertad democrática (de pensamiento, de opinión, de información, la tolerancia... etc.) en relación con los dogmatismos político-sociales que vemos asomar en la actualidad en la Iglesia, especialmente, el absolutismo de la verdad y la condena de lo que Razinger llama el “relativismo de la verdad”.

Y, sin embargo, pienso que la verdad humana, de por sí, es relativa. Dicho de otra manera: Lo que es verdad para mí; es verdad para mí, pero puede no serlo para otras personas. Expresado claramente: “Yo tengo mi verdad” y, otro, tiene la suya. Porque, parece indudable, que la verdad es la “Coincidencia entre el pensamiento y la realidad que captamos”. Pero, lo que captamos, ¿es la única realidad? Cada uno de nosotros vemos la realidad desde una perspectiva, como dirían Ortega y muchísimas más personas, además del sentido común. No olvidaré, a este respecto, la crítica que hizo Xavier Zubiri a la frase “los hechos son tozudos” tan repetida en política, por otra frase textual:”Los hechos son eso, hechos y, por tanto, discutibles”. Esto lo saben muy bien las personas aficionadas al fútbol y a otros deportes. “¿Fue penalti o no fue penalti”?, porque cada cual ve lo que ve y, fácilmente, no coinciden.
He repetido mil veces una frase de un padre conciliar del Vaticano II, el Cardenal Bea, coordinador de las relaciones con los “hermanos separados”, quien afirmaba rotundamente: “No es la verdad la que tiene derechos; es la persona la que los tiene”. De ahí la necesidad del diálogo con los hermanos separados, es decir, con los protestantes, cismáticos, etc. La barbarie de los tribunales de la Inquisición, han desaparecido parece que para siempre y no hay en el ambiente olor a carne humana quemada y Dios quiera que “¡Nunca más!”. El levantamiento de la condena a Lutero, es un tardío ejemplo de un cierto y atinado cambio en la Iglesia Católica. Por eso, cuando se persigue a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, uno siente una especia de escalofrío inquisitorial que hace pensar en el chiste de “ELROTO”. ¡Dios no lo quiera!. Y que quepan en un mismo espacio Iglesia y Democracia. Lo contrario, sería una involución histórica insoportable en el presente siglo. ¿Lo quiere alguien? ¡Dios no lo quiera! Y creo que realmente nunca lo quiso, porque ha sido siempre y sigue siendo, misericordioso y comprensivo hasta el infinito. ¡Gracias!
. 14 de Julio de 2008 .

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