Ser coherente significa actuar en concordancia de criterio con lo que se piense, es decir, que haya coincidencia entre nuestras ideas y nuestros actos, reconociendo que no somos tan omnipotentes ni tan sabios que no podamos fallar. Nuestros fallos y nuestros fracasos, forman también parte de nuestro ser, porque somos humanos y podemos errar; “Humanum est errare”, es decir: ”Errar es propio del ser humano”. Y, el fundamento de esta posibilidad de errar, reside en que somos constitutivamente limitados y, en que, el error entra dentro de esos límites que nos constituyen. Las personas estamos empapadas de límites, aunque a todos nos gustaría carecer de limitación, es decir, ser infinitos. Pero, nuestros frecuentes fracasos, nos hacen ver que, ese deseo, es una pasión inútil, como diría J. P. Sartre, porque nos gustaría “estar plenamente llenos” y, a su vez, tener necesidades, lo cual es contradictorio.
La realidad es que estamos llenos de límites, que es lo mismo que decir que “estamos llenos de carencias”, “de vacíos” , “de oquedades”. “de imperfecciones”, “de huecos”, por eso somos seres un tanto contradictorios, porque, si decimos que estamos llenos de carencias ¿qué es lo que tenemos?. ¿no somos una auténtica contradicción?, porque lo que decimos es que estamos “llenos de vacíos” lo que es contradictorio a pesar de ser nuestra realidad.
También lo es, que nos apetecería ser perfectos como se dice que es Dios; por eso, algún filósofo como Benito Spinoza, identifica a Dios con la Naturaleza, dentro de la cual nos hallamos. Pero, la percepción de nuestros límites es algo fácilmente experimentable: Basta con pensar lo que nos gustaría ser y no somos: Más amables, más respetuosos, más poderosos, más sabios, más comunicativos, más justos, más sinceros... En el fondo nos gustaría ser Dios. Pero no nos queda otro camino que asumir nuestros límites e intentar ir poco aceptándolos como compañeros inseparables; pero sabiendo que nunca lograremos estar del todo cómodos con ellos, a pesar de que son definitivamente y mientras vivamos “nuestras limitaciones”,”nuestras carencias”. Es difícil de expresar, porque decimos que es nuestro “aquello de lo que carecemos”. Paradójico, pero real.
Ser coherente con nosotros mismos presupone ser coherentes con nuestras limitaciones, sabiendo integrarlas en nuestra vida y aprovechar lo positivo de tanta negatividad. ¿Es posible? ¡Claro que lo es! Nos ayudará sobre todo a intentar comprender y asumir los defectos y carencias de las demás personas. Esto es un modo de sentirnos unidos en la debilidad y en la comprensión de que todos los seres humanos estamos hechos de carencias parecidas que pueden y deben ser respetadas y razonablemente comprendidas. Es un modo de sentirnos unidos todos los indigentes, es decir, todos los seres humanos. Partir de lo que carecemos para llegar a apreciar los valores de los que somos portadores; valorar como es debido a las demás personas es iniciar el camino de la amistad entre todos los seres humanos, porque no todo es totalmente negativo entre los seres. Lo que tenemos en común, incluidas nuestras bastas carencias unidas a nuestros valores pueden servir de germen del entendimiento entre todos los seres humanos. Es más sin duda lo que nos une que lo que nos separa. ¿Podemos ser coherentes? Sin duda: ¡Podemos!
La realidad es que estamos llenos de límites, que es lo mismo que decir que “estamos llenos de carencias”, “de vacíos” , “de oquedades”. “de imperfecciones”, “de huecos”, por eso somos seres un tanto contradictorios, porque, si decimos que estamos llenos de carencias ¿qué es lo que tenemos?. ¿no somos una auténtica contradicción?, porque lo que decimos es que estamos “llenos de vacíos” lo que es contradictorio a pesar de ser nuestra realidad.
También lo es, que nos apetecería ser perfectos como se dice que es Dios; por eso, algún filósofo como Benito Spinoza, identifica a Dios con la Naturaleza, dentro de la cual nos hallamos. Pero, la percepción de nuestros límites es algo fácilmente experimentable: Basta con pensar lo que nos gustaría ser y no somos: Más amables, más respetuosos, más poderosos, más sabios, más comunicativos, más justos, más sinceros... En el fondo nos gustaría ser Dios. Pero no nos queda otro camino que asumir nuestros límites e intentar ir poco aceptándolos como compañeros inseparables; pero sabiendo que nunca lograremos estar del todo cómodos con ellos, a pesar de que son definitivamente y mientras vivamos “nuestras limitaciones”,”nuestras carencias”. Es difícil de expresar, porque decimos que es nuestro “aquello de lo que carecemos”. Paradójico, pero real.
Ser coherente con nosotros mismos presupone ser coherentes con nuestras limitaciones, sabiendo integrarlas en nuestra vida y aprovechar lo positivo de tanta negatividad. ¿Es posible? ¡Claro que lo es! Nos ayudará sobre todo a intentar comprender y asumir los defectos y carencias de las demás personas. Esto es un modo de sentirnos unidos en la debilidad y en la comprensión de que todos los seres humanos estamos hechos de carencias parecidas que pueden y deben ser respetadas y razonablemente comprendidas. Es un modo de sentirnos unidos todos los indigentes, es decir, todos los seres humanos. Partir de lo que carecemos para llegar a apreciar los valores de los que somos portadores; valorar como es debido a las demás personas es iniciar el camino de la amistad entre todos los seres humanos, porque no todo es totalmente negativo entre los seres. Lo que tenemos en común, incluidas nuestras bastas carencias unidas a nuestros valores pueden servir de germen del entendimiento entre todos los seres humanos. Es más sin duda lo que nos une que lo que nos separa. ¿Podemos ser coherentes? Sin duda: ¡Podemos!
. 15 de Julio de 2008 .
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