Soy partidario de que se tome en serio el Parlamento cuando senadores y diputados de uno y otro sexo tomen la palabra. Porque, cuando han de intervenir, lo hacen en nombre y en representación del Pueblo que los ha elegido. La seriedad parlamentaria no requiere un gesto adusto ni una cara seria, pero sí un gesto amable y una actitud respetuosa que haga patente que son conscientes de que están lisa y llanamente representando al Pueblo soberano y actuando públicamente en su nombre. No es coherente con la seriedad parlamentaria obrar de modo puramente partidista y sectario.
Una de las practicas parlamentarias más deleznables es la del “ninguneo”. Consiste en tratar a otras personas como si no fueran nada, es decir, tratarlas como su fueran cosas. A veces se usa la frase: “Cállese, que usted aquí no es nadie”. Pues bien, ningunear es considera a una persona como si fuera “un nadie”. Para quien lleva a cabo la práctica del ninguneo, la otra persona, merece que se la trate como si fuera un objeto y que, por tanto, puede reirse de ella como si fuera un monigote. Esta práctica, la realiza en el Parlamento el señor Rajoy, con el Presidente del Gobierno. Parece que lo toma a chacota y le habla displicentemente a pesar de ser también representante del Pueblo.. Y, para ayudarle en la labor, lleva consigo la “claque” de su partido en el Congreso ( quienes aplauden sus intervenciones siempre que dice el tal señor alguna impertinencia contra el Presidente del Gobierno). ¿Es consciente el señor Rajoy de que está en el Parlamento actuando en nombre del Pueblo y para el Pueblo?.
Habría que responder que, si no es consciente, manifiesta una ignorancia supina de su misión en el Parlamento. Por eso, es evidente que, aún sabiéndolo, prefiere actuar como si lo ignorara. De esa manera se degenera la actividad del Parlamento trivializándola. Es decir, una actitud realmente vergonzosa se pasa por alto como si fuera lo más normal del mundo. Como si el desprecio o el desprestigio ajeno fueran cosas insignificantes cuando se representa al pueblo. De esta manera degenera la misión parlamentaria y se convierte en un útil partidista y sectario. Mal se trata a las personas a las que se exige el aplauso indignamente, porque se les hace creer que eso es lo que hay que hacer, aunque sea una actuación ignominiosa contra el Pueblo que los ha elegido y a quien representan. Porque, reírse de las personas, en su calidad de personas, es denigrante para quien lo lleve a efecto y, más, en intervención parlamentaria. También lo es insultarlas. ¿No es también reírse del mismo Parlamento? ¿No es una degeneración de la representación de los ciudadanos de ambos sexos? Porque no creo que, quienes lo hagan, piensen que lo hacen en nombre del Pueblo español, que los ha elegido para todo lo contrario. Se comprende en esta situación que el PP se ría de quien no insulta nunca ni ridiculiza ni desprecia a otra persona, como ocurre con Zapatero y su talante. ¿No es una grosería del PP? Pienso que son una miseria y una bajeza políticas, que denigran la representación parlamentaria.
Una de las practicas parlamentarias más deleznables es la del “ninguneo”. Consiste en tratar a otras personas como si no fueran nada, es decir, tratarlas como su fueran cosas. A veces se usa la frase: “Cállese, que usted aquí no es nadie”. Pues bien, ningunear es considera a una persona como si fuera “un nadie”. Para quien lleva a cabo la práctica del ninguneo, la otra persona, merece que se la trate como si fuera un objeto y que, por tanto, puede reirse de ella como si fuera un monigote. Esta práctica, la realiza en el Parlamento el señor Rajoy, con el Presidente del Gobierno. Parece que lo toma a chacota y le habla displicentemente a pesar de ser también representante del Pueblo.. Y, para ayudarle en la labor, lleva consigo la “claque” de su partido en el Congreso ( quienes aplauden sus intervenciones siempre que dice el tal señor alguna impertinencia contra el Presidente del Gobierno). ¿Es consciente el señor Rajoy de que está en el Parlamento actuando en nombre del Pueblo y para el Pueblo?.
Habría que responder que, si no es consciente, manifiesta una ignorancia supina de su misión en el Parlamento. Por eso, es evidente que, aún sabiéndolo, prefiere actuar como si lo ignorara. De esa manera se degenera la actividad del Parlamento trivializándola. Es decir, una actitud realmente vergonzosa se pasa por alto como si fuera lo más normal del mundo. Como si el desprecio o el desprestigio ajeno fueran cosas insignificantes cuando se representa al pueblo. De esta manera degenera la misión parlamentaria y se convierte en un útil partidista y sectario. Mal se trata a las personas a las que se exige el aplauso indignamente, porque se les hace creer que eso es lo que hay que hacer, aunque sea una actuación ignominiosa contra el Pueblo que los ha elegido y a quien representan. Porque, reírse de las personas, en su calidad de personas, es denigrante para quien lo lleve a efecto y, más, en intervención parlamentaria. También lo es insultarlas. ¿No es también reírse del mismo Parlamento? ¿No es una degeneración de la representación de los ciudadanos de ambos sexos? Porque no creo que, quienes lo hagan, piensen que lo hacen en nombre del Pueblo español, que los ha elegido para todo lo contrario. Se comprende en esta situación que el PP se ría de quien no insulta nunca ni ridiculiza ni desprecia a otra persona, como ocurre con Zapatero y su talante. ¿No es una grosería del PP? Pienso que son una miseria y una bajeza políticas, que denigran la representación parlamentaria.
. 15 de Julio de 2008 .
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