La frase del título de este escrito fue dicha por doña Esperanza Aguirre a los constructores de la Comunidad madrileña, en un mitin preelectoral. Era, quizás, una respuesta al candidato socialista que afirmó que no se dejaría manejar por los constructores. La distancia que va entre ambos discursos es como la que la que hay entre la claridad del día y la oscuridad de la noche.
Entonces era evidente que se estaba construyendo sin freno y sin talento. Porque las construcciones se disparaban por los cuatro puntos cardinales y no se veía el fin. Parecía que, para los constructores, la construcción fuese un negocio ilimitado e inagotable y una posibilidad casi infinita de ganancias empresariales. La sed de los empresarios del sector, se percibía como inagotable. Ocurría algo parecido a esas películas que se titulan con la palabra sed en primer lugar: Piénsese en: “Sed de mal”, “Sed de sangre”,”Sed de venganza”, “Sed de .....l”
Los constructores de viviendas se convirtieron en una especie como de cuarto poder del Estado. Es decir, además de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, apareció, casi milagrosamente o por arte de magia, el poder constructivo, dedicado a edificar sin fin, a vender sin fin, a ganar sin fin. El problema estaba en que, existiendo leyes de construcción urbana que con hartísima frecuencia vulneraban, y la posibilidad, no poco infrecuente por cierto, de obtener ganancias irregulares, invitando a prevaricar a alcaldes y concejales, facilitando terrenos ilegales para la edificación de viviendas en zonas legalmente prohibidas, no se puso freno a estos abusos... y a un largo “etcétera” de irregularidades...
¿Qué diré que ustedes no sepan? No hay ciudad, pueblo o zona que no pareciera a los dueños de las constructoras lugar óptimo para la edificación de viviendas, incluso en zonas costeras o perjudiciales para el medio ambiente. Pero ha ocurrido que, a pesar de los abusos, de las ofertas ilegales de los constructores de todo tipo, la gallina de los huevos de oro, ha llegado a su defunción, porque se ha superado el límite y se ha llegado al colapso. Se ha llegado a un triste R.I.P. por falta de aire, es decir, de compradores que quieran o puedan adquirir una vivienda, por carencia de posibilidades de todo tipo, principalmente económicas.
Así que, “las niñas de los ojos de la señora Aguirre” están tristes hasta el ahogo. Me pregunto cómo la actual Presidenta de la Comunidad madrileña, tan lista como se cree a sí misma, no previó la que se avecinaba si no se moderaba el ritmo constructor y el problema para los trabajadores y trabajadoras del sector, y también de quienes han pedido préstamos para obtener viviendas, de quienes carecen de la posibilidad de comprar, en Madrid y en toda España...
Esperemos que a la señora Aguirre no se le ocurra acudir al señor Rodríguez Zapatero para que le saque las castañas del fuego a las “niñas de sus ojos”. Porque sería una gran injusticia. Lo lógico es que hubieran sido coherentes con la que se veía venir y que, quienes querían construir, hubieran tenido moderación y sentido común. ¿No parece más cierto que nunca el adagio que dice:”La avaricia rompe el saco”? Y ahora ¿qué? Ahí está el problema. ¿Tendrá solución?.
Entonces era evidente que se estaba construyendo sin freno y sin talento. Porque las construcciones se disparaban por los cuatro puntos cardinales y no se veía el fin. Parecía que, para los constructores, la construcción fuese un negocio ilimitado e inagotable y una posibilidad casi infinita de ganancias empresariales. La sed de los empresarios del sector, se percibía como inagotable. Ocurría algo parecido a esas películas que se titulan con la palabra sed en primer lugar: Piénsese en: “Sed de mal”, “Sed de sangre”,”Sed de venganza”, “Sed de .....l”
Los constructores de viviendas se convirtieron en una especie como de cuarto poder del Estado. Es decir, además de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, apareció, casi milagrosamente o por arte de magia, el poder constructivo, dedicado a edificar sin fin, a vender sin fin, a ganar sin fin. El problema estaba en que, existiendo leyes de construcción urbana que con hartísima frecuencia vulneraban, y la posibilidad, no poco infrecuente por cierto, de obtener ganancias irregulares, invitando a prevaricar a alcaldes y concejales, facilitando terrenos ilegales para la edificación de viviendas en zonas legalmente prohibidas, no se puso freno a estos abusos... y a un largo “etcétera” de irregularidades...
¿Qué diré que ustedes no sepan? No hay ciudad, pueblo o zona que no pareciera a los dueños de las constructoras lugar óptimo para la edificación de viviendas, incluso en zonas costeras o perjudiciales para el medio ambiente. Pero ha ocurrido que, a pesar de los abusos, de las ofertas ilegales de los constructores de todo tipo, la gallina de los huevos de oro, ha llegado a su defunción, porque se ha superado el límite y se ha llegado al colapso. Se ha llegado a un triste R.I.P. por falta de aire, es decir, de compradores que quieran o puedan adquirir una vivienda, por carencia de posibilidades de todo tipo, principalmente económicas.
Así que, “las niñas de los ojos de la señora Aguirre” están tristes hasta el ahogo. Me pregunto cómo la actual Presidenta de la Comunidad madrileña, tan lista como se cree a sí misma, no previó la que se avecinaba si no se moderaba el ritmo constructor y el problema para los trabajadores y trabajadoras del sector, y también de quienes han pedido préstamos para obtener viviendas, de quienes carecen de la posibilidad de comprar, en Madrid y en toda España...
Esperemos que a la señora Aguirre no se le ocurra acudir al señor Rodríguez Zapatero para que le saque las castañas del fuego a las “niñas de sus ojos”. Porque sería una gran injusticia. Lo lógico es que hubieran sido coherentes con la que se veía venir y que, quienes querían construir, hubieran tenido moderación y sentido común. ¿No parece más cierto que nunca el adagio que dice:”La avaricia rompe el saco”? Y ahora ¿qué? Ahí está el problema. ¿Tendrá solución?.
. 22 de Julio de 2008 .
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