Aunque no soy de los que están ideológicamente cerca del Partido Popular, he de reconocer que el señor Rajoy ha dado una muestra admirable de capacidad de maniobra, de entereza y de valentía, pese a tener que soportar el lastre de grupos, una veces inmovilistas y, otras, ansiosos de poder y de influencia.. A todos los que el señor Rajoy ha presentado cara y de quienes ha tenido que soportar no pocos abucheos, alusiones hirientes o referencias molestas.
Hay personas que están ancladas en la historia y que piensan que la realidad es estática y que hay que defender las “esencias” sin cambiar una coma. Otras están aferradas a su ámbito de poder y de codicia o de una influencia que consideran bien merecida, sea por los puestos institucionales en el Partido, o bien, por los puestos de poder en Gobiernos autonómicos, provinciales o municipales.
Hay personas que no pueden escuchar que se hable de cambios o de novedades, considerando que, siguiendo por donde se ha ido hasta ahora, se va bien. Supongo que, cuando Rajoy habla de cambios de estrategia y de modos de comportamiento político, de dialogar con la Oposición, les parecerá una blasfemia, especialmente para quienes confunden oposición con enemistad. Es decir, la Oposición son los “enemigos” y, “a los enemigos ni agua”. El propio Rajoy había caído en esta falsedad.
No tiene nada de extraño, que, quienes han adquirido esos malos hábitos, ahora se manifiesten remisos a entrar por el camino del diálogo sincero, en la presentación de propuestas alternativas, de hacer, en fin, una crítica dialogante y constructiva, pensando antes en el bien de España que el éxito o fracaso de las próximas elecciones. Olvidándose de que las elecciones también se ganan con un diálogo inteligente, sugerente y respetuoso. Que, cuanto más sensatas y mejores sean las propuestas alternativas, más prestigio tendrá quien las propone. Y nótese que no digo que se obre así “para” ganar las elecciones, sino que se obre limpiamente, sabiendo que se descubre enseguida si quien hace propuesta busca el bien de España o el interés electoral. Parece que Rajoy opta por una oposición dialogante y respetuosa. ¡En hora buena! Y, en relación con esto, sí le rogaría al Sr. Rajoy, que abandone para siempre el hábito de actuar con un enfado manifiesto, dando una regañina o una la “repasata” al hablar. Vamos, que no hable como quien siempre riñe, sino como quien ve a la persona a quien se dirija como digna de todo respeto. Que no parezca que las personas a quienes se hable sólo son dignas de “todo” reproche, sino llenas de dignidad y de capacidad de diálogo como reconoce la Constitución. Si Rajoy se libra de este peso, que parece inherente a su personalidad, en España, la Patria de todos, habremos logrado un serio avance. ¡Gracias!
Hay personas que están ancladas en la historia y que piensan que la realidad es estática y que hay que defender las “esencias” sin cambiar una coma. Otras están aferradas a su ámbito de poder y de codicia o de una influencia que consideran bien merecida, sea por los puestos institucionales en el Partido, o bien, por los puestos de poder en Gobiernos autonómicos, provinciales o municipales.
Hay personas que no pueden escuchar que se hable de cambios o de novedades, considerando que, siguiendo por donde se ha ido hasta ahora, se va bien. Supongo que, cuando Rajoy habla de cambios de estrategia y de modos de comportamiento político, de dialogar con la Oposición, les parecerá una blasfemia, especialmente para quienes confunden oposición con enemistad. Es decir, la Oposición son los “enemigos” y, “a los enemigos ni agua”. El propio Rajoy había caído en esta falsedad.
No tiene nada de extraño, que, quienes han adquirido esos malos hábitos, ahora se manifiesten remisos a entrar por el camino del diálogo sincero, en la presentación de propuestas alternativas, de hacer, en fin, una crítica dialogante y constructiva, pensando antes en el bien de España que el éxito o fracaso de las próximas elecciones. Olvidándose de que las elecciones también se ganan con un diálogo inteligente, sugerente y respetuoso. Que, cuanto más sensatas y mejores sean las propuestas alternativas, más prestigio tendrá quien las propone. Y nótese que no digo que se obre así “para” ganar las elecciones, sino que se obre limpiamente, sabiendo que se descubre enseguida si quien hace propuesta busca el bien de España o el interés electoral. Parece que Rajoy opta por una oposición dialogante y respetuosa. ¡En hora buena! Y, en relación con esto, sí le rogaría al Sr. Rajoy, que abandone para siempre el hábito de actuar con un enfado manifiesto, dando una regañina o una la “repasata” al hablar. Vamos, que no hable como quien siempre riñe, sino como quien ve a la persona a quien se dirija como digna de todo respeto. Que no parezca que las personas a quienes se hable sólo son dignas de “todo” reproche, sino llenas de dignidad y de capacidad de diálogo como reconoce la Constitución. Si Rajoy se libra de este peso, que parece inherente a su personalidad, en España, la Patria de todos, habremos logrado un serio avance. ¡Gracias!
. 24 de Junio de 2008.
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