Yo me encontraba en Almazán, provincia de Soria, cuando ocurrió el intento de Golpe de Estado del 23 F, cuando el capitán Tejero, de la Guardia Civil, irrumpió en el Parlamento con un grupo de subordinados suyos y a las órdenes de un General del Ejército y de algunos otros militares que intentaron un golpe de Estado. Fueron horas angustiosas y preocupantes para España y para la Democracia española. Se le ha llamado: El tejerazo.
La intervención de S.M. el Rey Juan Carlos fue definitiva y, su comportamiento, valiente e impecable para abortar la salvajada de intento de desaparición de la democracia recientemente instituída y votada por el Pueblo Español. Que se lo pregunten al entonces Jefe de los comunistas, D. Santiago Carrillo, quien ha defendido mil veces al Rey de España y, también, a Felipe González, quien dijo que, ante la actitud del Rey, no hay más que hacer reconocimiento de su espíritu democrático y republicano. Porque, además, cuando Felipe González habló con D. Juan, el padre del Rey, le dijo qué él (Don Juan) quería lo que el pueblo español quisiera y también que, la intervención de Su Majestad en el 23 F, fue determinante para la continuación y consolidación de la Democracia. La moderación y prudencia del Rey, durante estos años; quien ha sabido permanecer al margen de la confrontación de los Partidos y ha sabido representar a España en el extranjero con inmensa dignidad y eficacia, ha sido ejemplar.
Nadie con sentido común se había atrevido a hablar en contra del Rey, hasta que, a un locutor de la COPE, de cuyo nombre es mejor no acordarse, se le ocurrió la Feliz idea de pedir públicamente la abdicación del Rey. Si hubiera las gravísimas razones que serían necesarias para tal cosa, se podría entender, pero, en estos momentos, se ha pedido su abdicación sin motivo ni fundamento, porque su función moderadora ha sido ejemplar. Es raro que la Conferencia Episcopal haya guardado un silencio religioso ante semejante atropello. Lo lógico era no andar con paños calientes con su informador estrella. Pero se han callado como si fueran cartujos.
Ahora le ha dado por intervenir ante Su Majestad, a favor del citado informador, nada menos que a Doña Esperanza Aguirre en una Comida con asistencia de otras personalidades que tuvieron el (sin duda) disgusto de escucharla. El Rey le comunicó que había hablado con el Cardenal Rouco Varela para decirle que no necesitaba que los obispos españoles rezaran por él y por su familia, y sí, que pusieran orden en la COPE cuando se trate de informar. La conversación , la ligereza, el atrevimiento de la señora Aguirre, lo mismo que la imprudencia, han transcendido a todos los Medios de Comunicación Social. La contundente respuesta del Rey era necesaria. Y uno recuerda que la diferencia de la Presidenta de Madrid y el señor Ruiz Gallardón es casi infinita, porque Gallardón no apoyaría a una persona que realiza atropellos informativos; aunque, pensándolo mejor, uno sospecha por qué tanto fervor hacia el informador en cuestión. ¿No era mejor haber dejado al Rey en su sitio que meterse en camisa de once varas? Parece que sí. Y que la Conferencia Episcopal pudiera haberlo hecho antes y desde hace mucho tiempo? No parece que la Conferencia en cuestión , vaya por esos caminos. Creo que no vendría mal a los excelentísimo señores escuchar al Rey y al Pueblo español. Otro gallo cantaría. Lo cre firmemente.
La intervención de S.M. el Rey Juan Carlos fue definitiva y, su comportamiento, valiente e impecable para abortar la salvajada de intento de desaparición de la democracia recientemente instituída y votada por el Pueblo Español. Que se lo pregunten al entonces Jefe de los comunistas, D. Santiago Carrillo, quien ha defendido mil veces al Rey de España y, también, a Felipe González, quien dijo que, ante la actitud del Rey, no hay más que hacer reconocimiento de su espíritu democrático y republicano. Porque, además, cuando Felipe González habló con D. Juan, el padre del Rey, le dijo qué él (Don Juan) quería lo que el pueblo español quisiera y también que, la intervención de Su Majestad en el 23 F, fue determinante para la continuación y consolidación de la Democracia. La moderación y prudencia del Rey, durante estos años; quien ha sabido permanecer al margen de la confrontación de los Partidos y ha sabido representar a España en el extranjero con inmensa dignidad y eficacia, ha sido ejemplar.
Nadie con sentido común se había atrevido a hablar en contra del Rey, hasta que, a un locutor de la COPE, de cuyo nombre es mejor no acordarse, se le ocurrió la Feliz idea de pedir públicamente la abdicación del Rey. Si hubiera las gravísimas razones que serían necesarias para tal cosa, se podría entender, pero, en estos momentos, se ha pedido su abdicación sin motivo ni fundamento, porque su función moderadora ha sido ejemplar. Es raro que la Conferencia Episcopal haya guardado un silencio religioso ante semejante atropello. Lo lógico era no andar con paños calientes con su informador estrella. Pero se han callado como si fueran cartujos.
Ahora le ha dado por intervenir ante Su Majestad, a favor del citado informador, nada menos que a Doña Esperanza Aguirre en una Comida con asistencia de otras personalidades que tuvieron el (sin duda) disgusto de escucharla. El Rey le comunicó que había hablado con el Cardenal Rouco Varela para decirle que no necesitaba que los obispos españoles rezaran por él y por su familia, y sí, que pusieran orden en la COPE cuando se trate de informar. La conversación , la ligereza, el atrevimiento de la señora Aguirre, lo mismo que la imprudencia, han transcendido a todos los Medios de Comunicación Social. La contundente respuesta del Rey era necesaria. Y uno recuerda que la diferencia de la Presidenta de Madrid y el señor Ruiz Gallardón es casi infinita, porque Gallardón no apoyaría a una persona que realiza atropellos informativos; aunque, pensándolo mejor, uno sospecha por qué tanto fervor hacia el informador en cuestión. ¿No era mejor haber dejado al Rey en su sitio que meterse en camisa de once varas? Parece que sí. Y que la Conferencia Episcopal pudiera haberlo hecho antes y desde hace mucho tiempo? No parece que la Conferencia en cuestión , vaya por esos caminos. Creo que no vendría mal a los excelentísimo señores escuchar al Rey y al Pueblo español. Otro gallo cantaría. Lo cre firmemente.
.22 de Octubre de 2007.
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