¿OBJECIÓN DE CONCIENCIA BAJO PRESIÓN?

A uno se le ocurre (a mí personalmente), que una objeción de conciencia es un asunto de la conciencia de cada cual. Nunca inducido por presiones ajenas. Dicho de otra forma, quien objeta en conciencia es porque está internamente convencido de que debe de hacerlo. Si objetara por la presión de la autoridad o el cargo de otra persona, por muy digna que sea, no está obrando por propia conciencia, sino por coacción.
Ahora nos encontramos con la noticia de que “El arzobispo de Madrid presiona a la concertada para que anime a objetar. (”El País, jueves 18/09/08). Propone Monseñor Rouco, la posibilidad de, a Educación para la Ciudadanía, “o bien convertirla en alternativa a la materia de Religión confesional o bien crear una educación cívica y no moral”. (Advierto también, que en el original,la está sin cursiva y que la cursiva es mía).
Estoy realmente confundido y estupefacto con la pretensión del Presidente de la Conferencia Episcopal, de crear una verdadera educación cívica “y no moral”. Siempre he pensado que no puede haber una verdadera educación cívica si no es, al mismo tiempo, educación moral. Es decir, la educación cívica, lleva en si misma y por necesidad, una moral cívica con sus deberes y obligaciones. Porque educar cívicamente, implica también, señalar los deberes , obligaciones y derechos que debe tener todo ciudadano o ciudadana. No se puede educar cívicamente sin ética. Considerar la política sólo como el arte gobernar, sin moral, es lo que constituye el “maquiavelismo”. Precisamente, tengo ante mi vista “EL PRÍNCIPE” de Nicolás Maquiavelo.
Es bien sabido que Maquiavelo consideraba en esta obra que las artes no tienen moral, una de esas artes, para el autor, era la política o arte de gobernar, que necesita solamente conseguir los objetivos del Príncipe o gobernante.Y conservar la fuerza, que Maquiavelo llamaba “virtud” gubernativa. Lo mismo sucede, según Maquiavelo, con todas las llamadas bellas artes, como la pintura, la escultura, etc. en las que, si hay belleza, no hay inmoralidad. En cuyo caso, hay que respetarlas. Así también ocurre con el Príncipe o gobernante en la actividad política. Si mantiene el Príncipe su poder, haga lo que haga, será correcto.
No tiene nada de extraño que la ministra de Educación, Mercedes Cabrera, haya respondido que “quien quiera cambiar la leyes tiene que presentarse a las elecciones y ganarlas” y otras personas han insistido en que las leyes se cambian en el Parlamento y no desde un púlpito. No me cabe en la cabeza que monseñor Rouco intente desmoralizar la “Educación para la Ciudadanía”. Lo mismo que nunca he logrado comprender que, desde los púlpitos se aproveche el día de reflexión preelectoral para decir a quiénes no hay que votar. ¿No es un abuso valerse de un púlpito para poner objeciones de conciencia el día de reflexión destinado a que los ciudadanos y las ciudadanas decidan por sí mismos su opción de voto? Esto pone de manifiesto que los prelados desconfían de la capacidad de elección de los suyos y. por esto, les incitan a elegir lo que ellos ya han elegido, como si los católicos fueran menores de edad.
La ética o moral, abarca y comprende también la Política. La Ética política es una parte de la ética social, sin la cual, la política de verdad es imposible. ¿Puede hablarse de política sin hablar de las libertades, de los derechos y de los deberes, de la participación, de la colaboración social de los ciudadanos de ambos sexos etc.,etc.? Una Política sin ética o moral, es una política sin sustancia, es decir, vacía y sin sentido. Así pienso.
. 22 de Octubre de 2008 .

No hay comentarios:

Publicar un comentario