He leído en “El País del dia 20/01/2008/, un artículo de Esther Tusquets titulado: “Los cristianos, los marxistas y la opulencia“ y, subtitulado:”No es misión de la izquierda repartir sus bienes ni sentar a su mesa a los mendigos”, que, desde su punto de vista, tiene muchos puntos de razón. Pienso, no obstante que, conteniendo reflexiones valiosas, resulta, desde otra óptica, insuficiente.
Porque, antes de preguntarse por la misión de la izquierda, que no deja de ser una ideología o modo de interpretar la sociedad, pienso que hay que hacerse otra pregunta: “¿Quién debe ocuparse y preocuparse por el reparto de los bienes de este mundo?”. Habrá personas que dirán que es función del Estado o de los Estados, con lo cual, se echan balones fuera y se lava uno las manos. Especialmente para los autodenominados apolíticos, entendiendo por tales a los que dicen de si mismos:”Yo no soy de derechas ni de izquierda, yo soy apolítico, porque a mí la política no me interesa”. Estos se lavan las manos antes pensar y antes de mancharse o comprometerse.
Voy a dar una respuesta a la pregunta , que no deja de ser otra cosa que una opinión personal. Pienso que debe, toda persona que se considere bien nacida y que no acepte la injusticia en la vida social, preocuparse del reparto de la riqueza, además de los organismos públicos, Dicho claramente, no son los que se inclinen por una ideología determinada los que, por serlo, hayan de ocuparse del reparto de los bienes sociales, sino de todos los miembros de la Sociedad, que consideran que ésta, debe estar ordenada justamente y, en consecuencia es función de todos nosotros luchar por una Sociedad justa o, si se quiere, por una justicia Social.
Entiendo por justicia social, a la justicia que afecta a las personas sólo por el hecho de pertenecer a un grupo social, por ejemplo, a una familia, a una empresa del tipo que sea,etc. Las grandes diferencias económicas, sobre todo, en los extremos de la escala social, pueden ser un insulto para quienes las padecen, sobre todo, para las personas muy pobres o indigentes. Dicho claramente: Cuando la opulencia es tal que, el sólo hecho de existir resulta un desprecio para la indigencia o las carencias sociales, especialmente, cuando se da el caso de que unas personas carecen de lo necesario y otras sobreabundan en lo superfluo, es decir, de bienes de los que se puede prescindir sin dificultad. Quienes poseen en exceso y quienes carecen en exceso.
Defiendo, pues, que, el compromiso es un compromiso de todos. Quizás, el más importante compromiso de ciudadanos y ciudadanas, No excluyo al Estado ni a personas con ideologías determinadas. Pero creo que el reparto de los bienes de una sociedad debe afectar a toda la Sociedad sin excepción. Comprometerse con ello, es tener conciencia social, Porque, la obligación social, afecta al centro de conciencia de las personas y ¿por qué no?, también de los grupos sociales de todo tipo.
En todo caso, las estridentes diferencias sociales son, de por sí, un mal social que debe atajarse y, contar con la colaboración de todas las personas, es una urgente necesidad. Así lo considero.
Porque, antes de preguntarse por la misión de la izquierda, que no deja de ser una ideología o modo de interpretar la sociedad, pienso que hay que hacerse otra pregunta: “¿Quién debe ocuparse y preocuparse por el reparto de los bienes de este mundo?”. Habrá personas que dirán que es función del Estado o de los Estados, con lo cual, se echan balones fuera y se lava uno las manos. Especialmente para los autodenominados apolíticos, entendiendo por tales a los que dicen de si mismos:”Yo no soy de derechas ni de izquierda, yo soy apolítico, porque a mí la política no me interesa”. Estos se lavan las manos antes pensar y antes de mancharse o comprometerse.
Voy a dar una respuesta a la pregunta , que no deja de ser otra cosa que una opinión personal. Pienso que debe, toda persona que se considere bien nacida y que no acepte la injusticia en la vida social, preocuparse del reparto de la riqueza, además de los organismos públicos, Dicho claramente, no son los que se inclinen por una ideología determinada los que, por serlo, hayan de ocuparse del reparto de los bienes sociales, sino de todos los miembros de la Sociedad, que consideran que ésta, debe estar ordenada justamente y, en consecuencia es función de todos nosotros luchar por una Sociedad justa o, si se quiere, por una justicia Social.
Entiendo por justicia social, a la justicia que afecta a las personas sólo por el hecho de pertenecer a un grupo social, por ejemplo, a una familia, a una empresa del tipo que sea,etc. Las grandes diferencias económicas, sobre todo, en los extremos de la escala social, pueden ser un insulto para quienes las padecen, sobre todo, para las personas muy pobres o indigentes. Dicho claramente: Cuando la opulencia es tal que, el sólo hecho de existir resulta un desprecio para la indigencia o las carencias sociales, especialmente, cuando se da el caso de que unas personas carecen de lo necesario y otras sobreabundan en lo superfluo, es decir, de bienes de los que se puede prescindir sin dificultad. Quienes poseen en exceso y quienes carecen en exceso.
Defiendo, pues, que, el compromiso es un compromiso de todos. Quizás, el más importante compromiso de ciudadanos y ciudadanas, No excluyo al Estado ni a personas con ideologías determinadas. Pero creo que el reparto de los bienes de una sociedad debe afectar a toda la Sociedad sin excepción. Comprometerse con ello, es tener conciencia social, Porque, la obligación social, afecta al centro de conciencia de las personas y ¿por qué no?, también de los grupos sociales de todo tipo.
En todo caso, las estridentes diferencias sociales son, de por sí, un mal social que debe atajarse y, contar con la colaboración de todas las personas, es una urgente necesidad. Así lo considero.
.28 de Enero de 2008.
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