¿AMBICIÓN DE PODER O DE SERVICIO ?

Al preguntarnos qué se busca o se ambiciona cuando se aspira a gobernar, se intenta saber si, lo que se pretende es disfrutar de la experiencia de subyugar o dominar o, más bien y por encima de todo, servir a quienes se ha de gobernar. En este segundo caso no se busca el placer o la “erótica” de sentirse poderoso, sino, sobre todo, la responsabilidad de ser útil a aquellas personas a quienes se ha de mandar. Se entiende que el autoritarismo es el ejercicio del poder sólo por experimentar el poder como el placer del ejercicio cotidiano del “ ordeno y mando”. Es el regusto de sentirse poderoso y de experimentar con gozo la realidad de ser obedecido.
Nietzsche hablaba de “la voluntad de poderío” como una característica de lo que él llamaba “el señor”. Es lo opuesto al “esclavo”, que es el ser humano que no sabe más que obedecer, mientras que, “el señor”, es aquel que no obedece más que a su capacidad permanente de iniciativas y se tendencia a dominar a otros seres humanos, carentes de iniciativas y de espíritu creador. A ese tipo de ser humano dominador y original, Nietzsche lo llamaba el “superhombre”.
Voy a atreverme a citar a Jesucristo, en las antípodas de Nietzsche: “Quien quiera ser primero de entre vosotros, sea vuestro servidor”, porque “los últimos son los primeros en el Reino de los Cielos”. Parece una paradoja, pero no lo es. Servir, es ser útil a las demás. Para poder entenderlo, pensemos en un mundo en el que todas las personas lucháramos por ser útiles a las demás y en una Sociedad en la que todas las personas trabajáramos por que el resto de las personas fueran felices. ¿No parece una “utopía”?. Es una utopía, porque utopía es algo que todavía no existe, pero es una meta que, dentro de las limitaciones humanas, hay que luchar para que exista. Una utopía no es un mero fruto de nuestra imaginación, un ideal o algo irrealizable, sino algo por lo que “hay que luchar”; no es un una ensoñación, un canto al sol, sino algo que llama a todos los seres humanos a ayudar a los demás. Hasta donde se llegue. La utopía es ese camino que se hace al andar, como diría Machado.
La utopía, tal como la entendemos aquí, es todo lo contrario de la acumulación de cargos de poder, sino, un espíritu de servicio que obliga a dejar espacio libre a otras personas que también puedan servir a los demás desde el poder. Repartir el poder es aumentar la participación de ciudadanos y ciudadanas en los cargos de servicio. Es aumentar la democracia. Los monopolios de poder dañan la Democracia y hacen creer que hay personas insustituibles e irremplazables, que privan de hacerlo a otras personas. Debería dominar el principio de que nadie es insustituible y de que vale más que se piense que otras personas lo pueden hacer mejor que uno mismo , a que se acumulen cargos sin suficiente fundamento y necesidad. El poder por el poder, en democracia es un contrasentido.
Quiero solamente añadir, que a las personas con sed de poder, les parecerá siempre que nadie como ellas es capaz de cumplir la misión que ellas añoran y se autojustificarán poniendo disculpas, por ejemplo, que no lo quería, pero quese lo han pedido encarecidamente o que su poder no dificulta otras actividades por complejo que sea el asunto...Etc, etc... Se conoce la generosidad del poderoso y que pretende sólo servir, si sabe prescindir de su poder y si demuestra, con hechos, que desea facilitar sin dificultad el acceso a personas que puedan y quieran también desempeñarlo. La democracia se lo agradecerá. Lo pienso sinceramente. ¿Y usted?
.23 de Enero de 2008.

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